¿Quién no recuerda a Jeremy Irons en “La misión” marchando con un cáliz como toda protección frente a un coro de indígenas indefensos frente a los arcabuceros enemigos?
Aquella película de Roland Joffe narraba el final de una historia, la de las reducciones jesuíticas en el Paraguay, y dos formas de afrontar el desastre: una, empuñando las armas como Robert De Niro; y otra, la de la resistencia pasiva de Irons. Más allá de que el retrato fílmico sea o no acertado nos acerca a quienes quisieron “acompañar” a los indígenas por la recta senda, los hombres de San Ignacio en el Río de la Plata. Sobre la presencia de estos misioneros en el Paraguay trata la exposición que acoge el Caixa Fórum de Madrid hasta el próximo 8 de febrero. A diferencia de otros evangelizadores los jesuitas se caracterizaban por ser una congregación de “intelectuales” que, lejos de imponer la religión cristiana mediante la violencia apoyaban su predicación en el acercamiento a las comunidades aborígenes, aprendiendo su lengua y poniendo en valor sus costumbres.
Una experiencia de intercambio, en definitiva, que a lo largo de siglo y medio pone en contacto a la religiosidad guaraní con una doctrina venida desde allende los mares, favoreciendo la transformación de una sociedad eminentemente nómada y guerrera en una comunidad regida por un urbanismo que abrió paso a formas de organización económica asociadas al sedentarismo, relegando la figura caciquil a un segundo plano, frente al cabildo electivo. Pero nada de esto sería igual sin la belleza salvaje de los paisajes guaraníes donde se combinan la solidez de los muros levantados a golpe de fe y una indomable naturaleza. Los visitantes tendrán ocasión de verificar los logros de este colonialismo amable que fueron las reducciones en una exposición que detalla incluso avances en materia educativa y cultural como la erradicación del analfabetismo o la introducción de las disciplinas musicales y las artes dramáticas entre la población indígena.