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“El Ojo del Observador”, de Laura Snyder, es un magnífico libro de divulgación científica. Narra la historia de dos vidas paralelas, la del pintor Johanes Vermeer, y la de Antoni Van Leeuwenhoek, uno de los descubridores del mundo microscópico. No es extraño que el libro lleve por subtítulo “la reinvención de la mirada”, ya que su eje narrativo son las innovaciones que el uso de lentes ópticas cada vez más perfectas permitió a artistas como Vermeer o a científicos –llamados entonces filósofos naturales- como Leeuwenhoek.

El escenario principal es la ciudad holandesa de Delft, inmortalizada por Vermeer y otros pintores como De Hooch, Fabritius o Vosmaer. Una ciudad industriosa, liberal, en la que el trabajo prevalece sobre la oración, y la actividad comercial, manufacturera o artesanal es un motivo de orgullo.

Si Vermeer estaba de alguna manera destinado a la pintura por tradición familiar, Leeuwenhoek llegó a la ciencia por pura vocación, tras un periodo como aprendiz de talleres textiles, donde por primera vez miró a través de lentes de aumento para valorar la calidad de las telas. Años después comenzó a pulir sus propias lentes, consiguiendo aumentos de hasta 400 aumentos, una verdadera proeza para la época, y armando microscopios caseros con los que vió por primera vez muchas de las maravillas diminutas de las que están hechos el mundo y la vida.

En cuanto a Vermeer, utilizó la óptica para mejorar la calidad perceptual de sus obras, gracias a la cámara oscura, un mecanismo de reflexión de luz que con los años acabó dando lugar a la fotografía. Las imágenes proyectadas en cámara oscura permitieron a Vermeer objetivar la perspectiva y los colores hasta conseguir obras maestras como «La Joven de la Perla», «El astrónomo», o «El Geógrafo».

Alrededor de los protagonistas, y de la ciudad de Delft, se mueven en la narración otras personalidades y ciudades del siglo XVII europeo, como Kepler, Robert Hooke, o Galileo, todos los cuales basaron en la óptica y las lentes gran parte del saber científico actual. También entidades como la Royal Society londinense, la gran promotora de la investigación científica y empírica en aquel tiempo, juegan un papel importante en la narración.

«El Ojo del Observador» es un libro vital, lleno de anécdotas, con amplia atención a la vida cotidiana de la época; sitúa a los grandes genios como personas corrientes, apasionadas por su trabajo, luchadoras y, en el mejor sentido del término, ambiciosas.

La autora, Laura Snyder, neoyorkina de 1964, es historiadora de ciencia y filosofía, y profesora de la Universidad Saint John de Nueva York. La magnífica traducción de José Manuel Álvarez Florez para Acantilado hace de “El Ojo del Observador” un libro que gustará mucho a los ya aficionados al género histórico-científico y atraerá sin duda nuevos lectores a esta temática.

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